María la Judía

Biblioteca de Alejandría (Imagen de Wikimedia Commons)

María la Judía, en latín María Hebrea, se cree que vivió en Alejandría (Egipto) entre los siglos I y III de nuestra era. Es una de las pocas mujeres que sobresale entre los grandes sabios de la antigüedad por ser una destacada alquimista.

Sus extraordinarios conocimientos sobre la estructura, propiedades y transformaciones de la materia no eran habituales para una mujer de su época. A pesar de que consta que existieron otra mujeres practicantes de este sagrado arte, ella es llamada "la maestra" y actualmente es reconocida la importancia de sus aportaciones a la ciencia química moderna.

Con el seudónimo de Miriam la Profetisa, María escribió importantísimos tratados alquímicos la mayoría de los cuales se quemaron en el segundo incendio de la Biblioteca de Alejandría. Muchos de sus escritos se conservan en extracto citados en las obras de autores masculinos, por ello conocemos María la Judía es la autora de un manual con una pormenorizada descripción de todo el instrumental usado en los laboratorios egipcios de quienes practicaban el arte khemeia.

La fuente más rica sobre el trabajo de esta sabia de la antigüedad se encuentra en las obras del escritor y alquimista griego Zósimo Panópolis (siglos III-IV). En una de sus obras encontramos la siguiente referencia a las teorías de María: "Ella enseñó que el hombre se forma mediante la fusión de la oscura sangre de la menstruación con el esperma blanco, con lo cual surge un verdadero feto que lleva diez mil nombres, como: germen, óvulo, homúnculo, recién nacido y otros".

A nosotros han llegado pocos fragmentos de su obra más citada, María práctica, y solamente un manuscrito completo titulado Discursos de la sapientísima María sobre la piedra filosofal que se guarda en la Biblioteca Nacional Francesa.

Uno de sus inventos es mundialmente conocido por su utilización en la cocina, el famoso balneum María o Baño María. Se trata de una especie de doble caldera, un procedimiento de calentamiento prolongado, un método para aplicar calor a los cuerpos de manera suave y uniforme sin que llegue a la ebullición.

Entre los diferentes aparatos destinados al arte culinario que María inventó, se encuentran el tribikos, una especie de alambique hecho de cobre utilizado para destilar líquidos; y el kerotakis, u horno de María, un condensador de vapores, una especie de estufa para obtener aceites vegetales y colorear metales con vapores de mercurio y azufre.

Sus descubrimientos también han encontrado utilidad en el arte, ya que ella realizó un preparado de sulfuro de plomo y cobre muy utilizado en la actualidad como pigmento negro y que es conocido en pintura como "negro María".

Algunas fuentes destacan el hecho de que María la Judía podría haber sido la descubridora del ácido clorhídrico, un secreto teóricamente transmitido desde los tiempos en que Moisés destruyó el becerro dorado.

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8 comentarios:

Palas dijo...

como siempre, aqui se aprende algo nuevo... saludes!

Carlos Alberto dijo...

María José:

No conocía a María la Judía. Me gustó enterarme de que el famoso «baño María» tenía que ver con ella. Ahora pienso que me haría feliz escribir una entrada, en algún momento, sobre esta mujer tan especial.

Saludos.

María José dijo...

Palas:
Este blog pretende informar. Me alegro que lo consiga.

Un saludo

María José dijo...

Carlos Alberto Arellano:
A mi también me gustó conocer a esta mujer tan fuera de serie. Estoy deseando de leer tu entrada sobre María la Judía en tu blog.

Un saludo.

Mª Antonia dijo...

No es frecuente que la sabiduría de una mujer como María, haya trascendido hasta nuestros días. Es una joya esta información, Mª José.
Curiosamente el otro día, nos preguntábamos mi hermana y yo de dónde vendría lo del "baño María", mientras ella cocinaba un postre que requería ese sistema.

Mil gracias.

María José dijo...

Mª Antonia:
Cuando una mujer sobresale por encima de los hombres y más aún en esa época tuvo que tener una inteligencia excepcional.
A mi me encantó descubrirla también.

Un saludo y gracias a ti.

Unknown dijo...

Muy bueno el texto y siempre interesante saber de la hisotia de las cosas.
Quiero aportar para corregir algo que se menciona, el nombre María no es el real sino Miriam (nombre hebreo, que no su apodo sino su nombre real), al revés de lo que se menciona aquí.

Javier G. Azuero B. dijo...

Que bien que podamos todavia recordar como es mejor vivir los hombres debemos protejer la vida que es la mujer y ellas compartir con nosotros su sensibilidad para ayudarnos a dominar este animal interior los felicito por querer saber de donde venimos todos gracias

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